La humanidad, no cabe duda, vive tiempos de crisis. Frente a esta crisis debemos reconocer la incapacidad para comprenderla, para vivirla y para proyectarnos. La riqueza escondida en nuestra tradición parece no responder a las necesidades de los tiempos que corren. El mundo nos reclama cambios, pero los cambios nunca vendrán de afuera de la iglesia sino del corazón de la misma. No es adaptando la iglesia a la sociedad y las “nuevas modas”, sino sumergiéndonos en el misterio de nuestra fe, buceando en nuestra espiritualidad, revistiéndonos de humildad, reconociendo nuestra incapacidad en la historia de salvación para entender los designios divinos.
La navidad nos da la oportunidad de volver a mirar la encarnación, Dios se hace hombre. A través de la encarnación Dios nos da una pista, que en los tiempos que corren a veces es olvidada, Dios se hace humano. Humaniza nuestra relación. El Dios de Israel, es Jesús, es Dios que se hace humano, es el hijo de un carpintero, que llama a los discípulos por su nombre, es Dios que se queda en la casa de Zaqueo, que perdona a la Magdalena. Dios se humaniza y humaniza al hombre.
La iglesia está invitada en la Navidad a hablarle al mundo de un Dios humano, que eligió nacer pequeño y desnudo para dejarse cuidar por los hombres. La iglesia está invitada a humanizar su tarea, sus relaciones, la tarea de la iglesia es de uno a uno, de persona a persona.
La iglesia debe humanizar su rostro, su estructura, sus ritos, debe ser una herramienta y un vehículo para mostrar el rostro humano de Dios, comprender, animar y acompañar todas las situaciones de la humanidad. Esto no quiere decir aceptarlo todo, pero sí quiere decir amarlo todo.
Volver a humanizar la iglesia es mostrar a un Dios que ama, sirve y transforma. Sólo a través del amor, del servicio y la transformación de nuestras vidas es que la iglesia podrá volver a hablarle al mundo con la fuerza del espíritu. No hay otro camino para tener una iglesia encarnada en nuestro pueblo que humanizar toda nuestra tarea, siendo discípulos fieles de quien se encarnó para humanizarse y se humanizó amando y sirviendo, transformando la vida de los que lo rodeaban y el mundo.
Navidad es la fiesta en la cual Dios se hace uno de nosotros, se hace humano. Nos muestra la pedagogía a seguir, humanizar la comunidad. Jesús no vino a enseñarnos la práctica de una religión, vino a enseñarnos a descubrir a Dios que habla a nuestro corazón y nos invita a buscarlo en el prójimo.
La comunidad hoy no tiene la tarea de transmitir un conjunto de ritos y creencias, sino a mostrar y compartir a un Dios vivo que transforma las vidas, nos enseña a amar y nos hace comunidad de servidores. Navidad es tiempo de encontrar a Dios vivo en nuestra vida, convertirnos en discípulos y amando a cada situación como Cristo nos ama.
Feliz Navidad para todos PADRE GONZALO +